La madera fue el tercer material más utilizado en las construcciones desde esta época además del adobe y de la piedra por excelencia; si bien en menor medida debido a su escasez en la zona.
La madera se empleó básicamente para techumbres y el revestimiento de paredes.
La pobre resistencia del arbolado del lugar como las palmeras y tamariscos obligó a importar el cotizado cedro del vecino Líbano.
Para techar un espacio adintelado se insertaban perpendicularmente unas vigas de madera (más o menos gruesas en función del perímetro a cubrir) en el muro de abobe, sobre las que se posaban atravesadas unas tablas yuxtapuestas.
Este método se trasladará a la pirámide en la arquitectura dinástica. A finales de la I Dinastía aparecen los primeros ejemplos de bóvedas de cañón en adobe, construidas sin cimbras cubriendo pequeñas fosas funerarias y arquitecturas domésticas.
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